sábado, 2 de octubre de 2010

EL CULTIVO DEL FRIJOL

ORIGEN
La judía es una especie de origen americano, puesto de manifiesto, tanto por diversos hallazgos arqueológicos como por evidencias botánicas e históricas. Los indicios más antiguos de cultivo datan del año 5000 a.C.
La introducción en España y posteriormente su difusión al resto de Europa tiene lugar en las expediciones de comienzos del siglo XVI.

TAXONOMÍA Y MORFOLOGÍA

-Familia: Fabaceae, subespecie Papilonaceae.
-Nombre científico: Phaseolus vulgaris L.
-Planta: anual, de vegetación rápida.
-Sistema radicular: es muy ligero y poco profundo y está constituido por una raíz principal y gran número de raíces secundarias con elevado grado de ramificación.
-Tallo principal: es herbáceo. En variedades enanas presenta un porte erguido y una altura aproximada de 30 a 40 centímetros, mientras que en las judías de enrame alcanza una altura de 2 a 3 metros, siendo voluble y dextrógiro (se enrolla alrededor de un soporte o tutor en sentido contrario a las agujas el reloj).
-Hoja: sencilla, lanceolada y acuminada, de tamaño variable según la variedad.
-Flor: puede presentar diversos colores, únicos para cada variedad, aunque en las variedades más importantes la flor es blanca. Las flores se presentan en racimos en número de 4 a 8, cuyos pedúnculos nacen en las axilas de las hojas o en las terminales de algunos tallos.
-Fruto: legumbre de color, forma y dimensiones variables, en cuyo interior se disponen de 4 a 6 semillas. Existen frutos de color verde, amarillo jaspeado de marrón o rojo sobre verde, etc., aunque los más demandados por el consumidor son los verdes y amarillos con forma tanto cilíndrica como acintada. En estado avanzado, las paredes de la vaina o cáscara se refuerzan por tejidos fibrosos.

IMPORTANCIA ECONÓMICA Y DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA

El cultivo de la judía en grano es considerado como un cultivo extensivo, mientras que la judía verde se considera netamente hortícola.
La superficie dedicada al cultivo de la judía en grano se ha reducido en los últimos años (debido a los cambios alimenticios de la sociedad y a su importación); los rendimientos se han mantenido prácticamente constantes, ya que la producción total ha disminuido considerablemente. En el caso de la judía verde, la reducción es también apreciable, pero mucho menos importante cuantitativamente.
La judía es una leguminosa con grandes posibilidades para la alimentación humana, por su doble aprovechamiento (de grano y de vaina) y por su aporte proteíco; además una parte de su producción se comercializa congelada y en conserva; aunque debe avanzar a través de la mejora genética y la adecuación de las técnicas de cultivo.
Los países importadores de las cosechas españolas en judía verde son: Francia, Alemania, Suiza y Reino Unido.

REQUERIMIENTOS EDAFOCLIMÁTICOS

El manejo racional de los factores climáticos de forma conjunta es fundamental para el funcionamiento adecuado del cultivo, ya que todos se encuentran estrechamente relacionados y la actuación de uno de estos incide sobre el resto.
Es planta de clima húmedo y suave, dando las mejores producciones en climas cálidos.

-Temperatura:

Temperaturas críticas para judía en las distintas fases de desarrollo
Temperatura óptima del suelo 15-20ºC
Temperatura ambiente óptima de germinación 20-30ºC
Temperatura mínima de germinación 10ºC
Temperatura óptima durante el día 21-28ºC
Temperatura óptima durante la noche 16-18ºC
Temperatura máxima biológica 35-37ºC
Temperatura mínima biológica 10-14ºC
Temperatura mínima letal 0-2ºC
Temperatura óptima de polinización 15-25ºC

Cuando la temperatura oscila entre 12-15ºC la vegetación es poco vigorosa y por debajo de 15ºC la mayoría de los frutos quedan en forma de “ganchillo”. Por encima de los 30ºC también aparecen deformaciones en las vainas y se produce el aborto de flores.
-Humedad: la humedad relativa óptima del aire en el invernadero durante la primera fase de cultivo es del 60% al 65%, y posteriormente oscila entre el 65% y el 75%. Humedades relativas muy elevadas favorecen el desarrollo de enfermedades aéreas y dificultan la fecundación. Es importante que se mantenga sin excesivas oscilaciones de humedad.
-Luminosidad: es una planta de día corto, aunque en las condiciones de invernadero no le afecta la duración del día. No obstante, la luminosidad condiciona la fotosíntesis, soportando temperaturas más elevadas cuanto mayor es la luminosidad, siempre que la humedad relativa sea adecuada.
-Suelo: aunque admite una amplia gama de suelos, los más indicados son los suelos ligeros, de textura silíceo-limosa, con buen drenaje y ricos en materia orgánica. En suelos fuertemente arcillosos y demasiado salinos vegeta deficientemente, siendo muy sensible a los encharcamientos, de forma que un riego excesivo puede ser suficiente para dañar el cultivo, quedando la planta de color pajizo y achaparrada. En suelos calizos las plantas se vuelven cloróticas y achaparradas, así como un embastecimiento de los frutos (judías con hebra).
Los valores de pH óptimos oscilan entre 6 y 7,5; aunque en suelo enarenado se desarrolla bien con valores de hasta 8,5.
Es una de las especies hortícolas más sensibles a la salinidad tanto del suelo como del agua de riego, sufriendo importantes mermas en la cosecha. No obstante, el cultivo en enarenado y la aplicación del riego localizado, pueden reducir bastante este problema, aunque con ciertas limitaciones. Actualmente se están llevando a cabo cultivos de judía con aguas de 2 a 2,4 mmhos.cm-1 de CE, con concentraciones de sodio y cloruros de 8 meq.l-1 y 9 meq.l-1, respectivamente, sin apreciarse disminución en las producciones. Para conseguir estos resultados es necesario un aporte de calcio y de magnesio más elevado de lo normal, así como mantener un nivel de humedad lo más constante posible.

PARTICULARIDADES DEL CULTIVO
Preparación del terreno:

Antes de la siembra hay que realizar una labor semiprofunda (25 a 30 cm), con la que se envuelve el estiércol. Si se desinfecta el suelo, una vez transcurrido el tiempo preceptivo, se labra de nuevo a menor profundidad. Le sigue el aporte de abonado de fondo y a continuación se dan dos labores superficiales (15 cm) con grada o cultivador. En el caso de riego por gravedad se harán los caballones y regueras correspondientes.
Para el cultivo enarenado, después de la limpieza de la cosecha anterior, se deshacen los lomos dejando llana la superficie enarenada. A continuación se incorpora el abonado de fondo.

Marcos de plantación

El marco de siembra más frecuente en invernadero es de 2 m x 0,5 m, con 2-3 semillas por golpe, e incluso con una semilla por golpe.
l aire libre la distancia entre líneas es 0.5 m para variedades enanas y de 0.7-0.8 m para las de enrame, con 3-5 semillas por golpe.
En el caso de judías enanas destinadas a la industria se suelen dejar las líneas de siembra entre 20 y 30 cm.

Siembra

Las semillas se cubrirán con 2-3 cm de tierra, o arena en suelos enarenados.
Dichas semillas deben haber sido seleccionadas adecuadamente y tratadas con fungicidas e insecticidas.
Si la temperatura no es suficiente o si se desea mantener el cultivo anterior más tiempo en el terreno, se procede a la siembra en semillero y posterior trasplante al invernadero.
La nascencia de las semillas depende de la época de siembra y de la climatología, pudiendo oscilar entre 7 y 20 días.

Escardas

Es conveniente la escarda química (especialmente si se emplean acolchados) ya que la manual incrementa el coste en mano de obra.

-Contra malas hierbas anuales:
• Butralina 48%, presentado como concentrado emulsionable, con dosis de 4-5 l/ha.
• Trifluralina 48%, presentado como concentrado emulsionable, con dosis de 1.20-2.40 l/ha.
-Contra dicotiledóneas y gramíneas:
• Propacloro 65%, presentado como polvo mojable, con dosis de 7 l/ha.
-Contra gramíneas vivaces:
• Cicloxidin 10%, presentado como concentrado emulsionable, con dosis de 3-4 l/ha.
-Contra avena loca:
• Trialato 40%, presentado como concentrado emulsionable, con dosis de 3-4 l/ha.
-Contra dicotiledóneas:
• Betazona 48%, presentado como concentrado soluble, con dosis de 1.50-4 l/ha.
• Propacloro 65%, presentado como polvo mojable, con dosis de 7 l/ha.
-Contra gramíneas:
• Etalfluralina 33%, presentado como concentrado emulsionable, con dosis de 3 l/ha.
• Propacloro 65%, presentado como polvo mojable, con dosis de 7 l/ha.
-Contra ciperáceas:
• Bentazona 48%, presentado como concentrado soluble, con dosis de 1.50-4 l/ha.
-Contra gramíneas vivaces:
• Cicloxidin 10%, presentado como concentrado emulsionable, con dosis de 3-4 l/ha.
-Contra avena loca:
• Trialato 48%, presentado como concentrado emulsionable, con dosis de 2.50-3.50 l/ha.
-Contra "tomatito" (Solanum nigrum):
• Etalfluralina 33%, presentado como concentrado emulsionable, con dosis de 3 l/ha.

Tutorado

Es una práctica imprescindible en la judía de enrame para permitir el crecimiento vertical y la formación de una pared de vegetación homogénea. Consiste en la colocación de un hilo, generalmente de polipropileno (rafia) que se sujeta por un extremo al tallo y por el otro al emparrillado del invernadero. Colocando un tutor más entre cada par de plantas, aumenta la uniformidad de la masa foliar, mejorando la calidad y la producción.
Existen también mallas que se colocan a lo largo de las líneas de cultivo a modo de pared, pero presentan el inconveniente de su elevado coste, así como una mayor dificultad en las operaciones de recolección, ya que la movilidad de la planta se ve reducida.

Deshojado

Se realiza en tiempo seco en plantaciones de ciclo largo cuando se prolonga el período de recolección, eliminando las hojas más viejas, siempre y cuando el cultivo esté bien formado, con abundante masa foliar y ya se haya recolectado una parte importante (1,5-2,5 kg.m-2). Esta práctica mejora la calidad y cantidad de la producción y disminuye el riesgo de enfermedades, al mejorar la ventilación y facilitar el alcance de los tratamientos fitosanitarios.

Fertirrigación

La judía es muy exigente en riegos en lo que se refiere a la frecuencia, volumen y momento oportuno del riego que van a depender del estado fenólogico de la planta así como del ambiente en que ésta se desarrolla (tipo de suelo, condiciones climáticas, calidad del agua de riego, etc.).
De dos a cuatro días antes de sembrar conviene dar un riego para facilitar la siembra y la germinación de las semillas.
Después de la siembra el primer riego solo deberá darse después de la nascencia de las plantas.
En los primeros estados de desarrollo conviene mantener el suelo con poca humedad, sin embargo las necesidades de agua son muy elevadas poco antes de la floración y después de esta.
Un exceso de humedad puede provocar clorosis y pérdida de cosecha, especialmente en suelos pesados. Un aporte hídrico desequilibrado disminuye la calidad de los frutos.
Durante la germinación y nascencia de la planta de judía la humedad debe ser constante, evitando los encharcamientos, por lo que el riego previo a la siembra deberá ser suficiente para un período de 10-12 días, aunque en ocasiones se da un segundo riego a los 4-5 días. A partir de aquí y hasta la floración el abonado debe ser bajo en nitrógeno, para evitar un excesivo crecimiento vegetativo en detrimento de la floración.
Los fertilizantes de uso más extendido son los abonos simples en forma de sólidos solubles (nitrato cálcico, nitrato potásico, nitrato amónico, fosfato monopotásico, fosfato monoamónico, sulfato potásico, sulfato magnésico) y en forma líquida (ácido fosfórico, ácido nítrico), debido a su bajo coste y a que permiten un fácil ajuste de la solución nutritiva, aunque existen en el mercado abonos complejos sólidos cristalinos y líquidos que se ajustan adecuadamente, solos o en combinación con los abonos simples, a los equilibrios requeridos en las distintas fases de desarrollo del cultivo.

Cultivo de invierno-primavera:

Abonado de fondo:
• 60 kg/ha de nitrógeno amoniacal.
• 110 kg/ha de P2O5.
• 110 kg/ha de K2O.
Abonado de cobertera:
• 200 kg/ha de nitrógeno nítrico.
• 150 kg/ha de K2O.
Cultivo de otoño-invierno:
Abonado de fondo:
• 40 kg/ha de nitrógeno
• 75 kg/ha. de P2O5.
• 75 kg/ha. de K2O.
Abonado de cobertera:
• 100 kg/ha. de nitrógeno.
• 100 kg/ha. De K2O.

RECOLECCIÓN

La recolección de la judía de verdeo es manual, con lo cual encarece notablemente su costo, siendo de gran importancia el momento fisiológico de recolección para aumentar el rendimiento comercial, ya que el mercado es muy exigente y demanda frutos con vainas tiernas (pero no demasiado), con el grano poco marcado. Si las vainas se cosechan pasado el punto de madurez comercial pierden calidad y valor al ser más duras y fibrosas.
La frecuencia con que se realiza esta operación oscila entre 7 y 12 días, dependiendo de la variedad y el ciclo de cultivo. Los retrasos en la recolección resultan doblemente perjudiciales por lado la pérdida del valor comercial y por otro la reducción del peso.
En variedades de porte bajo, la recolección puede durar de 50 a 90 días y en judías de enrame de 65 a 95 días.
Actualmente los mercados en fresco están abastecidos prácticamente durante todo el año.
La recolección de la judía de grano se realiza de forma mecanizada, aunque su cultivo debe realizarse en grandes superficies, emplear variedades adecuadas etc.

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