Esta etapa es el producto social y técnico de la Revolución en el área agrícola, comprende de 1915 (ley del 6 de enero) al presente, y puede ser que llegue a cumplir 100 años, pero no tengo duda de que su futuro está muy comprometido y su fin no está lejano.
La ley de enero de 1915, la Constitución Política de 1917, las leyes de 1925 que dieron origen a la Comisión Nacional de Irrigación, la Comisión Nacional de Caminos y la de 1927 que creó el Banco de Crédito Ejidal, entre otras, forman el marco legal de la agricultura contemporánea. También la Escuela Superior de Agricultura Antonio Narro (la Narro, 1923) y la Escuela Nacional de Agricultura (la ENA, 1924) son productos de esta década de los veinte.
Cada uno de los elementos anteriormente mencinados dejó su huella, de alguno u otro modo, en la agricultura del presente. Con el fin de comprender dicha realidad agrícola es necesario observar diversos aspectos, empezando por las escuelas de agronomía de nuestro país en donde se formaron muchas de las personas que posteriormente tuvieron a su cargo la producción y el desarrollo agrícola de México. En 1948, cuando Chapingo y la Narro andaban por el cuarto de siglo, el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) inició la carrera de Ingeniero Agrónomo Fitotecnista. Los profesores eran egresados de Chapingo y el plan de estudios también era el de la especialidad de Fitotecnia de la ENA, pero el método se adaptó al de las universidades de Estados Unidos, porque ese es el modelo que siguen todas las carreras del Tec de Monterrey: sistema de semestres, libertad para tomar materias del plan de estudios respetando requisitos y libertad para que cada alumno vaya a su propio paso, así como posibilidad de reprobar materias pero no semestres. Fue una gran innovación la de incorporar las tesis como parte del plan de estudios. Así pues, las tesis de investigación realizadas en el campo experimental con la dirección de un profesor asesor, la participación en seminarios de investigación a lo largo de dos semestres y la realización de un examen profesional al completar los requisitos académicos, mandaban a los egresados, título en mano, a ejercer su vida profesional. Años después las escuelas de agricultura se popularizaron, miles de jóvenes de ambos sexos estudiaron la agricultura para encontrar un mercado de trabajo raquítico y una agricultura que no entendían, porque de ella nunca hablaron los maestros ni salieron a verla, y si la vieron no pudieron o no quisieron entenderla. Regreso a la década de los años treinta.
Además de la educación, la política y las condiciones sociales que envolvieron a nuestro país en su pasado más próximo fueron otros factores decisivos para la consolidación de la situación agrícola del presente. Algunos resultados de la década de los 30 son la ingeniería sanitaria, la medicina preventiva y la política populista de Lázaro Cárdenas, que realizó la reforma agraria con ese criterio. Las leyes dieron origen a dos tipos de tenencia de la tierra: la pequeña propiedad y el ejido. La irrigación, las carreteras y el crédito dieron origen a dos clases de agricultura: los distritos de riego bien comunicados y con crédito, y las enormes áreas de temporal incomunicadas y sin crédito.
Como consecuencia de estos dos factores, los tipos de tenencia y las clases de agricultura, se dio origen a una agricultura altamente heterogénea, parchada, económicamente contrastante y socialmente inestable. Al lado de pequeñas propiedades que usaban riego bombeando agua del acuífero subyacente y tecnología científica, podían estar tejidos temporaleros con la más pobre tecnología empírica, viviendo en la pobreza extrema porque la tendencia general era que cada ejidatario tuviera aproximadamente 6 hijos, y si eran 100 ejidatarios, nacerían 600 hijos que probablemente formarían 300 parejas con 6 hijos cada una (como lo habían hecho sus padres), dando origen a una población de 1800 jóvenes con más de 600 progenitores, que dan un total de 2400 habitantes (suponiendo que los 200 abuelos ya hubieran muerto). Es decir, 24 personas por parcela, que en el dolor de su pobreza pondrían sus ojos en las pequeñas propiedades para tarde o temprano invadirlas.
Sé que el anterior es un ejemplo exagerado, pero no por ello es ajeno a la historia de la agricultura del presente. El problema anterior es el resultado de cosas buenas que se hicieron mal. La ingeniería sanitaria y la medicina preventiva no se complementaron con la planificación familiar, lo cual causó la explosión demográfica. La ilusión de la irrigación y los buenos negocios que se derivaron de hacer presas, canales y pozos, dieron como resultado que se ignoraran por completo las áreas de temporal.
Todavía en el presente, México no cuenta con buenos y amplios programas de conservación de agua y suelo para las áreas de temporal (tampoco las hay para las áreas de riego), y en el área de la tecnología científica, las escuelas de agricultura se orientan a enseñar una tecnología importada de Estados Unidos. Se trata de una tecnología cara, pero espectacular (por ejemplo con híbridos, agroquímicos y máquinas) sin embargo, no siempre se adapta a nuestro agroecosistema y mucho menos a nuestra condición socioeconómica.
El resultado directo y previsible de esta tecnología es que los productos agrícolas de cultivos extensivos (tales como sorgo, maíz, soya, azúcar, papa, arroz, etc) y los productos de zootecnia intensiva (como el huevo, pollo y cerdo) no son competitivos con los productos de Estados Unidos. Dado que la maquinaria, los agroquímicos y las semillas vienen de Estados Unidos, los productos son más caros en nuestro país, al igual que sucede con el crédito. Esto se manifestó con las nuevas políticas aduanales originaron la crisis económica de los productos mexicanos. No obstante, lo peor de todo fue el populismo en el que se realizó la reforma agraria. Hacer justicia social con el recurso más importante del país, la tierra agrícola, resultó un desastre; se ignoró que la agricultura es una actividad comercial de la cual vive, en forma directa o indirecta, toda la población del país.
Los ejidatarios manejaron la agricultura como una actividad de subsistencia, produjeron para su consumo, no para el mercado. La conducta anticomercial del ejidatario ya era conocida por el grupo político en el poder desde 1929, cuando Plutarco Elías Calles denunció al ejido como improductivo. Lázaro Cárdenas ignoró los hechos y aplicó la reforma agraria populista, sentando así un precedente que después de 60 años sigue dañando la agricultura nacional.
La reforma agraria populista redujo enormemente el valor comercial de la tierra agrícola y ha limitado la inversión de los particulares en sus propiedades con programas a muy largo plazo, tales como conservación de agua y suelo en terrenos de temporal y reforestación. (Aclaro: la inversión en riego por bombeo es barata y a corto plazo, por eso su popularidad). Por su parte, la reforma agraria no populista se intentó cuando los dueños de las haciendas fraccionaron sus tierras y pusieron sus fracciones en el mercado de bienes raíces. En el Bajío esto fue frecuente, pero el populismo político lo impidó.
He dicho que la agricultura de riego del presente tiene un futuro comprometido y que probablemente regresaremos a una agricultura de temporal. La razón de esto es la competencia por el agua entre la ciudad y el campo. La explosión demográfica ha dado origen a ciudades enormes con grandes consumos de agua. La ley, con buena lógica, le da prioridad al consumo urbano del agua, por lo tanto el agua de presas y acuíferos ya va (o pronto irá) para la ciudad. Pero por cada metro cúbico de agua que entra a la ciudad, sale medio metro cúbico, o un poco más, de agua contaminada, y gran parte de esa agua carece de valor agrícola para el cultivo de granos y hortalizas .
Por otro lado, los distritos de riego se han convertido en áreas de desastre ecológico debido a la pérdida de la biodiversidad por la tendencia al monocultivo por facilidad de trabajo y a razones aparentes, que no reales, de mercado. Se siembran decenas de miles de hectáreas al mismo tiempo y con la misma variedad, lo cual es la manera más directa de tener problemas con plagas y enfermedades. Para el combate de estos enemigos del cultivo, los agricultores, acicateados por el banco que les dio el crédito y los comerciantes que les venden los productos, hacen uso y abuso de los parasiticidas, que a su vez dan origen a nuevos problemas de sanidad vegetal, como lo son las plagas secundarias y la resistencia genética de los insectos a los insecticidas. El problema puede llegar al extremo de hacer inconsteable un cultivo, como es el caso del algodón y el sorgo en el norte de Tamaulipas.
Para hacer más tétrico el cuadro de la agricultura del presente está el problema de la incosteabilidad de la tecnología de alta inversión, la que se basa en insumos de alto costo, normalmente importados y no siempre usados en forma eficiente por ser ajenos a nuestra cultura. Todo lo anterior da origen a productos agrícolas caros que no compiten en el mercado nacional con los productos agrícolas importados.
Así pues, peor no podría ser la condición del agricultor de los distritos de riego, pues se está quedando sin agua, sin tecnología y sin capital. El agricultor es la víctima de una falacia: la importación de una tecnología espectacular pero que es y ha sido siempre previsiblemente antieconómica.
Las áreas de temporal están en el más completo abandono por falta de planificación y de tecnología apropiada. También falta la competencia entre agricultores, pues es un hecho que el populismo de la reforma agraria eliminó del campo a los mejores individuos, a los que tenían la actitud empresarial y luchaban por producir y tener más. A esos individuos, sus compañeros de ejido los consideraron enemigos sociales, así que obstaculizaron su camino tanto como se pudo.
Por otra parte, si la fitotecnia enfrenta problemas, la zootecnia enfrenta más. Se ha perdido casi toda la variabilidad genética que se produjo por selección natural en las especies animales que trajo la Conquista, así que el resultado de 400 años de adaptación está casi perdido. Lo que se hizo entonces fue importar razas seleccionadas de países que son totalmente diferentes a México, en clima, suelo, tecnología y condición social. Nada tiene de raro que esas razas no prosperen aquí con la magnitud en que lo hacen en sus países de origen. La prueba de esto es que la carne, la leche y los huevos del extranjero son mucho más baratos en el mercado nacional que los productos locales que se obtuvieron de razas que no se adaptan y tecnologías caras, con frecuencia mal aplicadas.
El balance del presente es doloroso, tanto en el ejido como en el distrito de riego, los más típicos representantes fracasaron, pues en menos de 50 años se agotaron. El ejido fracasó por sobrepoblación y por selección natural negativa; con mucha frecuencia los jóvenes abandonaban el ejido par irse a las ciudades en busca de un mejor futuro. Los alumnos de Chapingo de origen ejidal son un buen ejemplo de esto, ¿cuántos regresaron a sus lugares natales?
Al igual que el ejido, el distrito de riego fracasó por sobrepoblación, y además, las ciudades le quitan el agua. El ejido y el distrito de riego no trascendieron sus limitadas fronteras. No inspiraron mayor cosa que novelas, películas o canciones, no inspiraron a los artistas y el pueblo no los quiere recordar.
En esta tragedia, las escuelas de agricultura (cuyo origen se ha explicado previamente) forman el último punto del triángulo. Deslumbradas por la agricultura de Estados Unidos, se dedican a imitarla en lugar de analizarla y cuestionarse si una tecnología agrícola de esas características sería productiva, económica, ecológica y socialmente, en el medio mexicano. Los resultados indican, sin lugar a dudas, que al menos en el pasado no lo fue.
México necesita que los agrónomos nos pongamos a pensar sobre lo que hemos hecho con la agricultura nacional. Para mí, el presente no es satisfactorio. El futuro exige de nosotros valor, honestidad, visión a largo plazo y conocimientos científicos. ¿Estamos dispuestos, como ciudadanos y profesionistas, a enfrentar el reto?
El futuro de la Agricultura en México
Si el pasado de la agricultura en México se caracterizó por usar una tecnología empírica y poco productiva, la del presente se caracteriza por el uso de dos tecnologías: la de los pobres y la de los ricos. La primera es la misma del pasado, algo degenerada y empleada en las áreas de temporal. La segunda es una tecnología importada de Estados Unidos, cara, derrochadora de energía y desplazadora de mano de obra, ha empobrecido a muchos y no siempre ha enriquecido a sus usuarios, ya que son frecuentes los negocios agrícolas que van a la quiebra.
Para corregir lo anterior, la agricultura del futuro deberá tener una sólida base social y científica. Por lo social, deberá ser creadora de empleos y permitir la competencia entre los empresarios agrícolas, pero limitando el área de las fincas y protegiendo el desarrollo de tecnologías de baja inversión, además deberá ser asimilable al medio social de la región. En cuanto a la limitación del área de las fincas, se deberá impedir tanto el minifundio como el latifundio. El minifundio por ser económica y socialmente improductivo, el latifundio por ser causa de fuertes desequilibrios sociales. Sobre la crítica que hago al minifundio, sobran evidencias de parcelas ejidales que no llegan a ser un cuarto de hectárea en la agricultura del presente. En la agricultura del pasado el problema fue el latifundio.
En la base científica de la agricultura del futuro deberán estar la Ecología y la Biología, con apoyo de la Física y la Química. Debe tenerse presente que la tecnología no es un fin en sí misma sino un medio para llegar a un fin. Ese fin es la producción agrícola sin dañar el agroecosistema, para así lograr una producción agrícola generación tras generación. Eso es agricultura sostenible.
La base ecológica comprende un conjunto de limitaciones a la sociedad mexicana:
1. No se debe tomar para uso humano todo el ecosistema de una región dada. Se debe dejar para la biodiversidad una fracción muy considerable del ecosistema (de un 30 a un 40%), pues sin biodiversidad no habrá paz en la agricultura con plagas y enfermedades. Téngase presente que la guerra química que hemos peleado con los enemigos de la agricultura está perdida, ellos ganaron desarrollando resistencia genética a todos los parasticidas con que los hemos atacado. Así que en cierta manera hay que compartir la tierra con ellos, sopena de que se coman nuestros cultivos y nos dejen en el hambre. El control biológico derivado de la biodiversidad es nuestra mejor defensa; esta biodiversidad se obtiene dividiendo la propiedad agrícola en una serie de lotes que en forma permanente o rotativa se dedicarán a diferentes tipos de producción, como por ejemplo, el cultivo de maíz, frijol y calabazas en un mismo campo; el desarrollo de zacates para pastoreo y de arbustos leñosos para leña y carbón; el cultivo de nopales para fruta (tunas), pencas tiernas para consumo humano (nopalitos) y pencas duras para forraje. En toda esta diversidad de uso del suelo también podrían vivir aves y reptiles (lagartijas) que son los grandes enemigos de los insectos.
2.Una fuerte reducción de la población humana en México deberá ser concomitante con lo anterior. Si queremos tener democracia, desarrollo sostenible, derechos humanos y justicia social, es indispensable que los recursos naturales sean suficientes para todos. Cuando falta casa, vestido y sustento, todos los valores se ignoran y su lugar lo ocupa el darwinismo social: la lucha por la vida la supervivencia del más apto. Los cálculos más fundamentados dan una población óptima de 25 millones para todo México. Dado que la población actual es de unos 100 millones, con un decremento de 2% al año, en 35 años la población se habría reducido a la mitad, es decir, a 50 millones; en otros 35 años, acto seguido, se llegaría al objetivo de 25 millones de habitantes. Tomando en cuenta que la población actual es muy joven y está en un proceso de explosión demográfica, antes de entrar en el proceso de decremento al 2% anual sería necesario dedicar un lapso de entre 30 y 40 años para estabilizar la población y alcanzar el crecimiento cero. A partir de ese momento, daría inicio el periodo de decremento. Los métodos de conducta reproductora los dejo a cargo de los sociólogos, ginecólogos, políticos, etc.. Yo soy agrónomo, y como tal, sé que la agricultura, y en general todo el ecosistema nacional, no da para más de 25 millones de habitantes con razonable seguridad de subsistencia a largo plazo, generación tras generación. Negarse a todo esto es adoptar una alternativa lúgubre y dolorosa. Si tomamos en cuenta que México pasó de 25 a 100 millones de habitantes en 50 años (de 1950 a 1999) sin mayores dificultades, deshacer ese error en el doble de tiempo sería realmente fácil y muy satisfactorio, porque el decremento poblacional traería mejoría económica y cultural para todos. Al haber menos gente el valor del individuo aumentaría.
3. No se debe caer en el monocultivo, porque éste da entrada a una agricultura inestable por razones tanto sociales como ecológicas. En lo social, el peligro más grande es una inesperada y repentina caída en el precio del producto agrícola: los ejemplos de este problema son frecuentes y muy generalizados. En lo ecológico los problemas son múltiples, entre ellos está la pérdida imperceptible pero continua de suelo y agua, mayor peligro de plagas y enfermedades generalizadas, nula armonía con el ecosistema que demanda diversidad de cultivos como un sucedáneo de la biodiversidad típica de un ecosistema en clímax.
4. Es necesario reconocer que existen muchas falacias que giran en torno a las "tecnologías de punta", tan frecuentes y recomendadas en estos días. Téngase presente que tales tecnologías fueron desarrolladas por otros pueblos, en otros climas y con medios sociales totalmente diferentes a los nuestros. Las "tecnologías de punta" son la principal causa de la crisis económica y ecológica que agobia a la agricultura mexicana del presente.
La agricultura mexicana del futuro deberá salir de los Campos Experimentales de los Institutos de Investigación Agropecuaria y Forestal, así como de las Escuelas de Educación Agrícola Superior. Nunca se repetirá lo suficiente que la agricultura del futuro deberá ser desarrollada in situ. Debe ser mexicana para mexicanos en México. Pero México es un país grande y muy heterogéneo, una cosa es el trópico húmedo de Veracruz y Tabasco, otra cosa los fríos valles centrales o el primaveral Bajío, y totalmente diferente el norte árido y extremoso. Así que cada región deberá desarrollar su propia agricultura en cuanto a especies animales y vegetales, y las particularidades del manejo técnico. Pero el denominador común para todo el país será la biodiversidad, del 30 al 40% no se dedicará a la agricultura, pero tendrá que distribuirse por todas las regiones del paíz. Agricultura integrada (Fitotecnia, Zootecnia y Dasonimia) con diversidad de especies animales y vegetales, variabilidad genética en las especies que integran la agricultura. Conservación del suelo y el agua por medio de cultivos en contorno y líneas de árboles o arbustos rompevientos siguiendo las líneas de un mismo nivel en contorno del terreno.
Toda la tecnología debe tener base científica derivada de la Biología, la Ecología, la Física y la Química. Otra característica indispensable de esa tecnología científica es que sea de baja inversión económica y armónica con la economía y cultura regional; en otras palabras, debe crear empleos directos e indirectos en su zona de influencia. Otra de las demandas para esta tecnología es poner valor agregado a la producción agrícola; prácticas como clasificar, envasar, almacenar, mercadear, etc., deben ser rutina de esta agricultura.
El futuro Ingeniero Agrónomo debe recibir una sólida base científica que le permita comprender la problemática de una finca o de una zona agrícola y proponer acciones a corto y a largo plazo que permitan corregir la problemática observada. El profesionista agrónomo debe tener también sensibilidad social y ser una persona que anteponga el interés colectivo al individual, y debe comprender (porque lo sabe de su formación científica) que el máximo interés colectivo, presente y futuro, radica en el ecosistema. Por medio de los conocimientos de evolución, ecología y etología, deberá saber que la sociedad necesita incorporar en su cultura y en su ética, los valores etológicos que norman la relación entre la especie humana y el resto del ecosistema. Estos valores son:
a) Compartir la tierra con las demás especies.
b) No sobrepoblar.
c) No derrochar materia y energía.
d) No contaminar.
e) Cuidar la calidad biológica de la especie humana.
a) Compartir la tierra con las demás especies.
b) No sobrepoblar.
c) No derrochar materia y energía.
d) No contaminar.
e) Cuidar la calidad biológica de la especie humana.
Cuando no había tecnología científica, el mismo ecosistema imponía estos mandatos a todas las especies, así que la humanidad los sufría al igual que el resto de los pobladores de la tierra, pero con la tecnología científica la humanidad escapó al control del ecosistema, creando problemas de sobrepoblación, de falta de recursos y de contaminación, así como incontrolables plagas en la agricultura por falta de biodiversidad. Todo lo anterior dio lugar a terribles problemas sociales de desempleo, inseguridad, drogadicción, deterioro social y deterioro biológico. Gracias a la ciencia y a la tecnología científica, la humanidad llegó a la mayoría de edad, ya no la gobierna el ecosistema, ahora tiene que autogobernarse. Sin embargo las leyes son y deben seguir siendo las mismas, puesto que las desarrolló el ecosistema a lo largo de cientos de millones de años. Somos el producto de esas leyes, y si las dejamos de cumplir perecemos, porque el ecosistema no funciona.
Isabela Arcos lopeZ: este tema se muestra como se forma el estudiando la carreraa de ingeniero agronomo que siguien todo el plan de estudio tambien propios y gran academico y entendia y conocery nosotros entendian materias y competencia llegar y metodologia
ResponderEliminareste tema me gusto mucho por que trata de como en las universidades del pais desde hace varios años se ha venido dando la enseñanza para que jovenes aprendan sobre la agronomia.
ResponderEliminarlos ing.agronomos deben ser capaces de enfrentar los problemas que se le pueda presentar a los productores en sus cultivos en las distintas regiones